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El control postural en el lactante

¿Qué entendemos por control postural en el lactante?

El control postural en el lactante forma parte de los cuidados del desarrollo del bebé, que podríamos definir como “conjunto estandarizado de cuidados que tiene como objetivo mejorar el desarrollo del neonato a través de intervenciones, tanto en el neonato como en su familia”.

Siendo el control postural del bebé un elemento muy importante de su desarrollo, cobra todavía más importancia aún en el caso de neonatos que tengan factores de riesgo como:

  • Niños con problemas en el desarrollo (alteraciones transitorias o definitivas).
  • Prematuros.
  • Bajo peso.
  • Con antecedentes de riesgo en el periodo perinatal.

¿Por qué debemos fijarnos en el control postural del bebé?

Nuestro objetivo con la buena posición de nuestro bebé es el de prevenir que el cerebro sea dañado por estímulos inapropiados y dolorosos, minimizar y reducir el gasto energético y el estrés y proporcionar experiencias para fomentar el desarrollo motor, mental y social. Conseguiremos mejorar la percepción del cuerpo en el espacio, alinear su eje corporal, prevenir alteraciones ortopédicas y fomentar la interacción con el entorno.

Además, también tenemos que tener en cuenta el entorno: que la luz y el sonido sea adecuado y las sensaciones táctiles de nuestro bebé, cómo detectar presencia de dolor, una correcta lactancia materna y la participación de la familia para los cuidados del bebé.

Como finalidad podemos promover el crecimiento y el aumento de peso a corto plazo, favorecer el neurodesarrollo, y, si se diera esta circunstancia, acortar los días de hospitalización, y disminuir el tiempo de ventilación mecánica.

El objetivo de un correcto posicionamiento del lactante se basa en mantener la postura en flexión que hubiese mantenido dentro del útero al final de la gestación, para ello usaremos un sistema de contención que le aportará seguridad, quietud, autocontrol y mejora de la tolerancia al estrés.

También facilitaremos la fijación y el seguimiento visual, coordinación de sus miembros superiores (coordinación mano-mano, mano-boca), estimular las reacciones de enderezamiento (boca abajo es capaz de mantenerse sobre sus codos), mejorar el mantenimiento de su cabeza sobre los hombros y prevenir problemas de deglución y succión.

Es importante tener en cuenta que un posicionamiento inadecuado puede dar lugar a alteraciones ortopédicas y por supuesto tener consecuencias funcionales en la vida de nuestro niño, las más frecuentes son:

  • Caderas en posición de rana aplastada, da lugar a patología de caderas y puede sospechar de lesión cerebral motriz.
  • Pies en eversión.
  • Miembros inferiores en ráfaga.
  • Cabeza y cuello en extensión.
  • Incurvación lateral del eje del cuerpo.
  • Miembros superiores en candelabro.
  • Asimetrías craneales.

Además una mala posición puede dificultar la fijación y el seguimiento visual, la coordinación mano boca, ojo mano y mano-mano, esencial para el desarrollo psicomotor del niño y para la alimentación.

En bebés prematuros, por falta de tono y el estrés, adoptan unas posturas que favorecen la percepción distorsionada, escasa e inadecuada (encorvamiento del tronco, extremidades en flexión…). A partir de las 37-40 semanas el niño ya presenta modificaciones del tono muscular que también propician la variación postural (el tronco menos aplanado contra la superficie, las extremidades en una posición más relajada…).

Tendremos especial atención a nivel postural en los niños prematuros o de riesgo y para eso damos algunas recomendaciones en función de la posición.

En decúbito supino

Colocaremos al bebé:

  • Cabeza en semiflexión.
  • Eje alineado.
  • Ante versión de los hombros con las manos hacia el centro.
  • Caderas en flexión y abducción.

Con ello intentamos conseguir una relajación de las caderas y de la cintura escapular y un acercamiento de las manos a la línea media y descenso de la actividad motora.

Desde el punto de vista fisiológico un contacto mano-boca le ayudará a calmarse y disminuir su estrés, lo que conlleva a un menor gasto energético y a favorecer la succión no nutritiva.

Desde el punto de vista propioceptivo una mayor contención que le ayuda a marcarse sus límites dando información sobre su cuerpo.

Podemos ayudar a la postura del bebé con una toalla enrollada en forma tubular formando un círculo para apoyar su cabeza en decúbito supino, evitaremos plagiocefalias por posición y mejoraremos el control cefálico y visual del niño, con otra toalla también en forma de círculo rodearemos la cadera para favorecer la flexión en decúbito supino, y por último con una gran toalla en niños con mucho patrón extensor (común en niños con problemas neurológicos) podremos poner nuestro “donete” en forma de hamaca para que el niño se mantenga en flexión.

En posición lateral

  • Máxima contención y flexión.
  • Mayor contacto mano-boca
  • Favorecer la abducción y flexión de caderas.

Para prevenir lesiones de caderas colocaremos un objeto tubular entre sus piernas, dejándolas en abducción.

En decúbito prono:

  • Estimular la máxima flexión.
  • Despegue de tronco.
  • Flexión de cadera bajo el cuerpo.
  • Mejoramos la movilidad de la cabeza.

La posición en decúbito prono facilita la respiración y evita la tendencia extensora, por lo tanto es conveniente colocar a los niños con problemas respiratorios y/o cardiopatías boca abajo de vez en cuando, siempre con supervisión del adulto y cuando estén despiertos.
Podremos colocar el objeto tubular bajo sus axilas para favorecer el control cefálico y visual y su desarrollo motor.

En brazos:

Prestaremos mucha atención a mantener el eje del niño alineado con sus miembros superiores e inferiores.

Estar en brazos será beneficioso para el niño en:

  • La fijación y el seguimiento visual.
  • Coordinación de miembros superiores.
  • Relación con el entorno.

Es preferible tener al niño sobre nuestras piernas decúbito supino o decúbito prono o tumbado boca arriba sobre nuestro pecho mejor que boca abajo, ya que le deja libertad para desarrollar sus miembros superiores y su desarrollo visual y al estar semi-flexionado potenciaremos la succión, debemos tener en cuenta que los cambios posturales deben de ser paulatinos y suaves respetando el estado físico en el que se encuentre el niño.

En caso de que nuestro niño tenga una lesión cerebral motriz posibilitaremos que el niño utilice su potencialidad mediante una postura organizada que facilite el objetivo buscado, minimizando los efectos de los trastornos de regulación y facilitaremos los estímulos-respuestas sensoriales exteroceptivas y propioceptivas.

Es importante que durante el período de hospitalización y el alta, la familia colabore con los consejos del equipo de fisioterapia y enfermería, ya que hay que continuar las pautas en casa para un desarrollo eficaz de su bebé.

Por Diana Martínez, fisioterapeuta infantil de Clínica VASS.

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