¿Porqué duele?
Toda nuestra vida, nuestro mundo y nuestra naturaleza depende de un órgano que lo maneja todo. Ese órgano que aprende, elige, filtra, siente, inventa y va construyendo todas nuestras vivencias y experiencias, puliendo las personalidades de cada uno de nosotros: el Cerebro. Es el capitán de nuestras vidas, el que interpreta todas las señales internas y externas y actúa en consecuencia. El dolor nace en el cerebro. Cuando nos hacemos daño se manda un señal de alarma que llega en milésimas de segundo al cerebro y éste genera dolor como mecanismo de defensa, pero sólo será él quién decida si duele o no. Por tanto, el dolor es necesario para nuestra propia supervivencia.
¿Cuáles son los receptores que mandan las señales de alarma?
Los nociceptores son receptores que se activan única y exclusivamente ante estímulos nocivos o lesivos. Responden a señales térmicas, químicas y eléctricas, de manera que si, por ejemplo, nos quemamos, el nociceptor manda la alarma a través de la médula al cerebro. Será el cerebro quién decidirá qué mecanismo de defensa utilizar. Por ello nuestras vivencias y experiencias son muy importantes para todo este sistema. Si te quemaste una vez, seguramente la siguiente no llegues a quemarte porque el cerebro aprendió y dio la orden de retirar la mano más rápido.
El dolor se define como una experiencia sensorial desagradable ante un daño tisular evidente o probable. Es subjetivo e intrínseco con un umbral y una sensibilidad que depende de cada persona. “El dolor es todo lo que siente alguien con dolor”. Existe y es real, pero al ser tan subjetivo es muy difícil de medir y cuantificar. Nuestro cuerpo experimenta, aprende y actúa en consecuencia respondiendo muchas veces antes de que nos enteremos de que nos hemos hecho daño.
¿Por qué a veces nos duele sin lesión aparente?
Porque el cerebro no es perfecto y no siempre acierta. A veces sentimos dolor sin necesidad de habernos hecho daño de forma física, pero el cerebro lo interpreta como tal y manda un señal equivocada, como en los dolores emocionales o la migraña. Muchas veces le enseñamos a responder ante estas amenazas que no existen realmente y éste produce dolor cuando no es necesario.
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