Ya ha llegado el otoño. Para las familias con niños pequeños, pensar en el final del verano y el inicio de las guarderías y colegios les pone los pelos de punta. Saben que la temporada de catarros, bronquiolitis y demás infecciones queda inaugurada.
Los mocos empiezan con el inicio del curso escolar y ya están presentes hasta la llegada del buen tiempo. Y mientras tanto, niños que no comen ni descansan, toses nocturnas que desesperan, vómitos, visitas frecuentes al pediatra y a urgencias e incluso ingresos hospitalarios… Conclusión: padres desesperados.
Con el frío, nuestro sistema inmune se hace débil. Ante la bajada de las temperaturas, a la mucosa que recubre nuestro aparato respiratorio y en especial de la nariz, le llega menos sangre haciéndola más sensible y menos eficaz, permitiendo así las infecciones.
Cuando hay una infección respiratoria, bien de vías superiores o inferiores, la mucosa se inflama, y las secreciones, que siempre la recubren, se hacen más abundantes y espesas, acumulándose y atascando las vías respiratorias. Los niños, sobre todo durante los dos primeros años de vida, con su aparato respiratorio todavía inmaduro, son más sensibles y sufren las consecuencias en mayor grado.
Los remedios naturales ayudan, pero cuando la cebolla, la miel y el propóleo ya no funcionan ¿qué hacer? Cada vez se conoce más y son muchos los pediatras que la recomiendan, incluso antes de dar medicación: la Fisioterapia Respiratoria.
Esta especialidad de la fisioterapia cada vez más demandada, sin efectos secundarios y con resultados inmediatos, busca la eliminación de esa mucosidad que tanto molesta a los niños. Siempre realizada por fisioterapeutas formados y expertos, con técnicas sencillas e inocuas, pero tremendamente efectivas, mejoran la eliminación de los mocos que se acumulan desde la nariz hasta las zonas más profundas de los pulmones. Estas maniobras que el fisioterapeuta aplica sobre el tórax y abdomen de los pequeños pacientes son indoloras y aunque es normal que lloren, lejos de ser un problema, esta reacción repercute positivamente en la eliminación de la mucosidad.
Durante las sesiones, los padres siempre deben acompañar a sus hijos, para poder aportar datos importantes sobre la enfermedad o los antecedentes del niño, y además compartir la experiencia y el aprendizaje, por ejemplo, de unos correctos lavados nasales. Esto es clave para luego en casa poder mantener a raya a los temidos mocos.
Después de una sesión de Fisioterapia Respiratoria, los niños consiguen descansar, mejora su apetito, disminuye e incluso desaparece la tos, la cantidad de medicación que necesitan es menor y las infecciones se controlan, no dando la sensación de que el catarro que empezó en septiembre se prolonga hasta junio.
¡Con la Fisioterapia Respiratoria niños sin mocos y padres contentos!